JavGuerra,
Aprender requiere esfuerzo y tiempo. Con esfuerzo podremos establecer nuestras prioridades, la ruta de aprendizaje que seguiremos, los criterios para determinar la veracidad de la información con la que trabajemos, y cómo llevaremos a cabo todo este proceso. Aprender no consiste sólo en acumular conocimientos, sino en relacionarlos y construir con ellos la persona que seremos, determinar nuestras metas y objetivos, consiguiendo así las herramientas para lograrlo. A aprender también se entrena, y aquí vamos a ver cómo.
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «Levántate y anda!»«Rima VII, Del salón en el ángulo oscuro.»
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), poeta y narrador español.
Fortaleza mental
Entrenar las capacidades cognitivas es similar a entrenar nuestros músculos, requiere de ejercicios específicos, de los que hablaremos después, y tiene los mismos beneficios para nuestra salud que visitar un gimnasio, ya que cuerpo y mente están relacionados.
El entrenamiento cognitivo es pues el proceso por el cual ponemos a trabajar nuestras habilidades y destrezas cognitivas para tener una mayor fortaleza mental con el propósito de estar más motivados, desarrollar autoconfianza, tener un mayor control emocional y una mejor concentración para cuando nos enfrentarnos a los retos cotidianos que se nos presenten.
Contar con mejores capacidades cognitivas, es decir, mayor fortaleza mental, nos ayuda a ser más libres e independientes, a mejorar nuestras habilidades blandas y a sentirnos mejor, ya que, a través de ellas tomamos conciencia de nosotros mismos, de nuestro potencial, de nuestros límites y el tamaño de los retos que enfrentamos, y esto nos permite empatizar mejor con las personas de nuestro entorno, mantener la cabeza fría en momentos de estrés, elaborar planes de acción adecuados y conseguir los objetivos que nos proponemos más rápidamente en cualquier plano de nuestra existencia.
Una mayor fortaleza mental actúa también de forma determinante sobre los valores y los criterios de exigencia que aplicamos en nuestra vida y con el entorno con el que nos relacionamos.
Experimentar y crecer
Desde el mismo momento de nuestro nacimiento, estamos inmersos en un proceso continuo de crecimiento y mejora de nuestras capacidades cognitivas a través de la experimentación del mundo en el que vivimos y de cómo nos afectan nuestras circunstancias personales. Sin este proceso de aprendizaje no podríamos sobrevivir. A través de los sentidos conocemos el mundo que nos rodea, pero es mediante nuestro cerebro que damos forma y significado a los hechos de nuestra existencia. Debemos pues experimentar para crecer, y es a través de los sentidos que podemos ejercitar las capacidades cognitivas.
Algunas formas de experimentar el entorno para potenciar nuestras habilidades pueden ser:
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Salir de nuestra zona de confort, del ambiente habitual en el que nos encontremos, y de la rutina. Viajar y conocer otras realidades es una forma agradable de hacerlo, pero también podemos apuntarnos a un taller sobre una temática de nuestro interés (cocina, libros, informática…), podemos trabajar para una ONG haciendo voluntariado, empezar un hobby, aprender idiomas, estudiar una nueva carrera… todo ello nos expondrá a nuevas sensaciones.
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Vivir en ambientes motivadores, complejos o enriquecidos, donde sea habitual experimentar cambios y que requieran un esfuerzo mental por nuestra parte. Un trabajo retador, un círculo de amigos heterogéneo… Podremos de esta forma potenciar nuestra escucha activa, pensar sobre lo que está pasando y entrenarnos para entender su trascendencia.
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Debatir, retar a otros a una competición en la que entren en juego nuestras habilidades cognitivas hará que nos esforcemos por encontrar y plantear adecuadamente argumentos a favor, y evaluar las ideas en contra del oponente para rebatirlas o aceptar nuevos puntos de vista en los que no habíamos pensado, o nos ayudará a resolver de una forma más efectiva el reto de la competición a la que nos enfrentemos.
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Hacer discursos y/o enseñar y formar a otros. No hay nada más potente para mantener activas nuestras capacidades cognitivas que el reto de contar a otros lo que sabemos. Es un completo ejercicio en el que debemos ordenar y comunicar con claridad y empatía los conocimientos, adaptando la comunicación a las necesidades de quienes desean aprender de nosotros e ir comprobando los avances obtenidos para adaptar nuestro discurso o continuar profundizando en la enseñanza.
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Leer prensa y revistas, subscribirse a una publicación periódica, leer poesía, literatura…, escuchar música, asistir a obras de teatro o conciertos, ver buen cine y televisión, visitar museos… La lectura, la audición y el visionado de obras culturales nos trasladan, más allá del espacio y el tiempo, a épocas y realidades diferentes a las que conocemos. Son contextos nuevos para nosotros que a veces requieren cierta madurez intelectual para ser entendidos en toda su dimensión, como ocurre con la poesía, que implica un esfuerzo intelectual no siempre al alcance de cualquiera, ya que las figuras literarias empleadas y el vocabulario elegido en su construcción consiguen estrofas enigmáticas que debemos desentrañar para comprender. Un ejemplo de ello lo tienes al principio de esta entrada con los versos de Bécquer. ¿Qué es en realizad el arpa y las notas dormidas que se mencionan? ¿Qué es el genio?
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Practicar ejercicios, aprender a resolver problemas, aprender a programar, aprender a gestionar herramientas o recursos. Poder determinar, en una serie de pasos lógicos ordenados, los procesos necesarios para obtener un resultado o para llegar a la resolución de un problema, es un excelente entrenamiento. La programación de ordenadores puede ser retadora, pero también lo puede ser aprender a conducir, a usar una impresora 3D, la afición a los pasatiempos lógicos o numéricos, los juegos de rol, los escape rooms, o la búsqueda del culpable en las novelas de misterio.
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Entrenar nuestra memoria de trabajo a corto plazo mediante ejercicios de memorización, por ejemplo, manteniendo o recordando una serie de números o nombres, aprendiendo de memoria textos o letras de canciones… lo que ayuda a reforzar nuestra capacidad para retener conocimientos.
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Practicar deporte y observar hábitos saludables e higiénicos tanto físicos como mentales. Descansar y comer adecuadamente es tan importante como hacer deporte y observar buenas conductas emocionales. Todo ello nos predispone a procesos de experimentación óptimos.
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Meditación y autoconocimiento. Dedicar tiempo a nosotros, a conocernos, a estar en paz y relajados nos muestra con mayor claridad los objetivos de experimentación a seguir para crecer.
Habilidades
¿Cómo se prepara uno para todo esto? ¿Qué requiere exponerse a todas estas experiencias? Algunas habilidades necesarias (que también pueden ser aprendidas) son:
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Tener interés en la búsqueda de estímulos, tener curiosidad. Sin ello no saldremos de nuestra zona de confort.
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Prestar atención a los detalles. Siempre hay más información y procesos que experimentar de lo que se ve a simple vista.
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Ser organizado y metódico. Ayuda a entender y relacionar mejor lo que experimentamos, pero esta no es una regla que aplique a todos. A veces, del caos, también nacen las ideas.
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Ser perseverante, constante y disciplinado. Es necesario para poder gestionar correctamente nuestra experimentación y no desviarnos del objetivo marcado.
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No obstante lo anterior, ser suficientemente flexible y adaptable a las circunstancias.
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Tener tolerancia a la frustración. Evita que abandonemos y nos alejemos de las experiencias cognitivas.
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Saber cuándo dejarlo. A veces el reto nos supera, porque aún no estamos preparados para él, o porque las circunstancias han cambiado, haciendo de esta forma inviable la consecución de nuestros objetivos.
Paso a paso
¿Por dónde empiezo? Es relativamente sencillo:
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Plantea un objetivo, una meta realista, algo que deseas conseguir. Tu reto. Y valora las dificultades que te vas a encontrar para conseguirlo.
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Planifica lo que vas a hacer mediante hitos progresivos, y describe una serie de pasos que te permitan cumplir tu objetivo adecuadamente, con la suficiente flexibilidad como para adaptarte a los cambios. Luego ponte en marcha.
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Evalúa si conseguiste la meta o cuan cerca estuviste de alcanzarla. Aún cuando el objetivo no se haya cumplido, es importante poner en valor lo que has logrado en el proceso.
Antes de acometer un reto que conlleve la mejora de nuestras habilidades cognitivas debemos tener claro que estamos preparados para ello, y que el reto no es demasiado ambicioso. Luego, en cada paso, hay que ir midiendo nuestras fuerzas para dosificarlas, cambiando de rumbo si es necesario, o retirarnos a tiempo si no vimos venir los impedimentos en contra.
Medir el avance
Valorar el avance de nuestras habilidades cognitivas no siempre es sencillo, pero a medida que estas se van ejercitando notaremos como somo capaces de mayores logros, y los problemas ya no serán tan difíciles. Esto nos dará una nueva visión de lo que somos y de lo relativos que son los problemas y/o los retos con los que a veces nos encontramos. Nuestras nuevas capacidades nos harán saber que podemos lograr nuevas y mayores metas con menos esfuerzo, y esta es la verdadera medida del tamaño de la fortaleza mental, el crecimiento personal que alcancemos.
Enlaces
- Leer el post Algoritmia para conocer más sobre capacidades cognitivas.